Sobre la falta de recursos en el sistema de salud local

Posted By Julio Fernández on Abr 1, 2019 | 0 comments


Sobre la falta de recursos en el sistema de salud local

Responsabilidad pública.

Es importante ser conscientes de que la salud pública nos compete a todos, pero especialmente a los laicos, quienes tenemos la responsabilidad de trabajar por el bien común; y con mayor intensidad cuando se trata de un derecho fundamental de las personas (cf. Compendio, 166) como lo es el derecho a la salud.

Por lo tanto, la participación ciudadana es clave para solidarizarnos con los hermanos afectados e influir en las decisiones del gobierno en orden a garantizar que los recursos públicos sean destinados a las instituciones de salud. Garantizar esto es difícil, pues incluye, entre otras cosas, exigir acceso a la información y vigilar cualquier indicio de corrupción.

Responsabilidad social.

Sin embargo, la participación ciudadana va más allá de la presión para la destinación de los recursos públicos. Incluye que nosotros mismos hagamos buen uso de los sistemas de salud. “Gente que va a urgencias para tratar un catarro; en lugar de acelerar el proceso y disminuir gastos causa congestionamiento, encarece el servicio. Debemos aprender a usar a nuestro médico general o familiar”, expresa un profesional de la salud. En efecto, cuando hacemos uso indebido del sistema de salud, colaboramos con la falta de recursos para los que más lo necesitan.

Derecho y obligación.

Para terminar, es necesario resaltar que la salud es derecho, pero también obligación nuestra, pues está íntimamente unida a nuestra dignidad de persona. No cuidar nuestra salud cuando estamos en condiciones de hacerlo, es una irresponsabilidad social; de hecho, la salud pública es, ante todo, prevención. Como dijo S. Juan Pablo II, tanto curar la enfermedad como hacer todo lo posible para prevenirla, son tareas permanentes de uno mismo y de la sociedad:

“En efecto, la dignidad ontológica de la persona es superior: trasciende incluso las conductas equivocadas y culpables del sujeto. Curar la enfermedad y hacer todo lo posible para prevenirla son tareas permanentes de cada uno y de la sociedad, precisamente como homenaje a la dignidad de la persona y a la importancia del bien de la salud”. (Mensaje del Santo Padre Juan Pablo II a los participantes del congreso «Calidad de vida y ética de la salud», Vaticano, 2005).