La política, una alta forma de vivir la caridad

Posted By Ramón Rodriguez on Ene 10, 2018 | 0 comments


El pasado 1, 2 y 3 de diciembre se celebró el «Encuentro de católicos con responsabilidades políticas al servicio de los pueblos latinoamericanos”. Quizá todos hemos escuchado a otras personas menospreciar el ámbito político y más concretamente la política partidista. Las razones son obvias: el mal testimonio de una parte de las personas que conforman la clase política; sin embargo, en todo ámbito encontramos personas que hacen el bien y/o el mal, lo cual no es una justificación. A continuación, tocaremos algunos puntos del mensaje del Santo Padre con ocasión de dicho encuentro.

El descrédito que sufre la política en América Latina, en mayor medida es debido a que los políticos anteponen sus intereses privados al bien de toda la comunidad. Hace algunos meses durante el encuentro Mundial de los Movimientos Populares el Papa comentó “si te gusta mucho el dinero, mejor no te metas en política” y no por el hecho de que guste mucho, sino por el riesgo de involucrarse en actos de corrupción que en lugar de beneficiar a la comunidad sumen a las estructuras de pecado.

Esta visión pesimista del descrédito de la política debe ser cambiada por una optimista. Para ello se necesita políticos que den buen testimonio. Este es el llamado del Papa a los católicos que participan en ella y el buen testimonio implica que el poder que se posea en este ámbito esté en función del servicio; es decir, valerse de aquel para crear estructuras justas, subsidiarias y solidarias que beneficien a toda la comunidad política y para ello se “requiere constancia, empeño e inteligencia”.

Estos últimos tres elementos son indispensables en el actuar cotidiano de aquellos que sirven a través de la política a sus semejantes para la consecución de “un crecimiento industrial, tecnológico, auto-sostenido y sustentable, junto con políticas que enfrenten el drama de la pobreza y que apunten a la equidad y a la inclusión”; de velar por “la custodia del don de la vida en todas sus etapas y manifestaciones”; y “fortalecer el tejido familiar y social”. Si se carece de ellos es mejor no involucrarse en esta ardua, pero gratificante tarea.

Ante todas estas problemáticas debemos tener presente la pregunta que se hace Su Santidad en el mensaje “¿cómo es posible que los católicos aparezcan más bien irrelevantes en la escena política?” Esta pregunta puede ser contestada de diversas maneras. Por un lado, la respuesta puede estar ligada a la influencia incorrecta de algunos pastores sobre los laicos, el Papa lo dice de la siguiente manera: “hemos generado una élite laical creyendo que son “laicos comprometidos” sólo aquellos que trabajan en cosas “de los curas””. Contrario a esto, la enseñanza social de la Iglesia llama a los laicos a ordenar las realidades temporales (economía, cultura, política partidista, etc.) según los principios evangélicos.

Por otro lado, se deja ver una gran preocupación del Papa sobre el actuar de los católicos en la política, de aquí podemos decir que los católicos o están presentes en ella, pero sin vivir los principios evangélicos o se han desatendido de ella dado la mala imagen que proyecta. Cualquiera que sea la premisa que responda a la pregunta es urgente que nos involucremos (los católicos) seriamente en la política para rehabilitarla.

Para rehabilitar la política se tiene que dejar de lado el pragmatismo, que las más de las veces se expresa en la negociación de principios que nos dicta la recta razón, para aceptar y adecuarse a las ideas que venden, que jalan votos, que atraen simpatizantes. Al contrario, se necesitan “líderes católicos de fuerte personalidad y de vocación abnegada que sean coherentes con sus convicciones éticas y religiosas” (Benedicto XVI).

La visión de la política, en su sentido amplio, que aporta el Magisterio con la Doctrina Social de la Iglesia es la de apreciarla como una “alta forma de la caridad”. La traducción de esta virtud teologal al ámbito social es la del “servicio inestimable de entrega para la consecución del bien común de la sociedad”. Pero, todo católico debe tener presente que la acción social que realiza no nace de la mera filantropía, sino que nace de la caridad; esto es, de la concepción de que todas las personas son creadas a imagen y semejanza de Dios. Esto significa que nuestros actos deben de nacer desde el amor; además no tenemos que dejar de lado la gracia y todo lo que ella conlleva al momento de realizar alguna acción social, dado que al final de cuentas, desde el bautismo somos llamados a anunciar el reino de Jesucristo en cualquier ámbito en el que nos desenvolvamos mediante el testimonio y la política no es un ámbito ajeno a la evangelización.

Entonces vivir esa” alta forma de la caridad” en el servicio a la comunidad política, en última instancia, significa vivir desde el ahora el reinado de Jesucristo en el mudo sabiendo que la plenitud del mismo se alcanzará al final de los tiempos.

La consigna del Papa es que “los laicos católicos no queden indiferentes a la cosa pública, ni replegados dentro de los templos, ni que esperen las directivas y consignas eclesiásticas para luchar por la justicia, por formas de vida más humana para todos”. Necesitamos salir a conquistar la política en su sentido amplio con el bue testimonio, con prudencia, pero sobre todo con la sabiduría que procede de Dios.