La verdad en el humanismo cristiano

Posted By Ramón Rodriguez on Jul 25, 2017 | 0 comments


La verdad en el humanismo cristiano

Uno de los valores más rechazado en nuestra época, fundamental para encontrarle un sentido a nuestra vida, es el de la verdad. El cardenal Ratzinger ya lo advertía un día antes de ser elegido Papa. En la homilía pronunciada en aquel momento habló sobre la dictadura del relativismo la cual sigue vigente provocando que no se reconozca “nada como definitivo y que deja como última medida sólo el propio yo y sus antojos”; es decir, la brújula de la verdad que debe guiar la vida de cada persona apunta a una dirección sinsentido en la cual cada persona se autoproclama como medida del bien y de la misma verdad.

La búsqueda de la verdad, deber y obligación moral de toda persona, hoy queda reducida a la opinión de la mayoría o a lo que los grupos de presión anuncien como tal. Al no plantearse siquiera dicha búsqueda entonces todo puede ser aceptado, excepto lo que no se adecue a la dictadura del relativismo, la cual hoy se reviste de un sentimentalismo que sustituye tanto a la razón (verdad) como a la voluntad (bien). La consecuencia de ello lo encontramos especificado en la encíclica Caritas in veritate “el amor se convierte en un envoltorio vacío que se rellena arbitrariamente. Éste es el riesgo fatal del amor en una cultura sin verdad. Es presa fácil de las emociones y las opiniones contingentes de los sujetos, una palabra de la que se abusa y que se distorsiona, terminando por significar lo contrario” (3).

La sociedad, o por lo menos, un buen número de ella, presa de las emociones rehúye la búsqueda de la verdad, en buena parte por pereza intelectual o porque simplemente no le interesa alcanzar tan digno valor. Consecuencia de este sentimentalismo hoy vemos que por todo el mundo se intenta aprobar una agenda, en ocasiones apoyada por los mismos católicos, que golpea con fiereza a la base de la sociedad (la familia) fundándose en “un amor aparente” en la que el yo se autoproclama medida absoluta del bien y de la verdad.

A esta concepción sentimentalista debemos contraponer una de las máximas agustinianas “ama y haz lo que quieras”. Evidentemente San Agustín hace referencia a un amor que se sustenta en la verdad y en el bien que lleva a persona a vivir en plenitud y, por lo tanto, le ayuda a encontrar un sentido a la vida dejándose guiar por la verdad y no a llenarse de un vacío existencial que le aleja de Cristo.

Vivir en la Verdad, nos dice el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia “tiene un importante significado en las relaciones sociales: la convivencia de los seres humanos dentro de una comunidad, en efecto, es ordenada, fecunda y conforme a su dignidad de personas, cuando se funda en la verdad” (198). Esta es la importancia de la búsqueda de la verdad, te exhorta a llevar una vida fuera del error, del engaño y del pecado.

El aprobar cualquier cosa por ignorancia (culposa) o porque se siente bonito (sentimentalismo) nos aleja definitivamente de la auténtica felicidad, nos incita a vivir una vida carente de trascendencia. No podemos vivir en la comodidad y dejarse formar por opiniones de unos cuantos. “No es «adulta» una fe que sigue las olas de la moda y la última novedad; adulta y madura es una fe profundamente arraigada en la amistad con Cristo” (Ratzinger). Necesitamos formarnos intelectualmente para distinguir la verdad de la falsedad y el bien del mal, pero sobre todo debemos acercarnos al que es el Bien y la Verdad misma: “nosotros, en cambio, tenemos otra medida: el Hijo de Dios, el hombre verdadero. Él es la medida del verdadero humanismo.” (Ratzinger).