Humanismo cristiano. La centralidad de la persona

Posted By Ramón Rodriguez on Jun 10, 2017 | 0 comments


Ad

Humanismo cristiano. La centralidad de la persona

Cada época histórica viene acompañada por sus propios problemas (cf. Mt 6, 34). En la actualidad, como en otros tiempos, observamos que las personas se afanan por vivir en un mundo mejor y heredar a las generaciones futuras una vida más humana. El resultado de este afán tiende a crear movimientos y grupos que tienen como finalidad el desarrollo integral de la persona; sin embargo, también se han creado movimientos e ideologías que se contraponen al humanismo, y más concretamente, al humanismo cristiano.

Vamos a mencionar algunas de estas ideologías: el ecologismo, el animalismo, el individualismo, los mesianismos políticos, el humanismo antropocéntrico, etc. Las primeras dos tienen como fundamento y elemento principal a la ecología y a los animales, respectivamente; es decir, sustituyen la centralidad de la persona en su corriente de pensamiento. Como consecuencia de esto último tenemos que son más importantes aquellos dos elementos que la misma persona.

El resto de las ideologías antes mencionadas parecen tener a la persona como su centro; sin embargo, a la hora de llevar a la práctica sus proclamas y desde su misma elaboración carecen de dicha centralidad. El individualismo nos ha llevado a justificar, entre otras tantas cosas, el asesinato de otros para conservar de manera egoísta la propia supervivencia, tal es el caso del aborto; los mesianismos políticos han pretendido erradicar, por lo menos así lo enuncian, un sin número de problemáticas sociales poniendo supuestamente en el centro a la persona; sin embargo, en su práctica es evidente que su fundamento se encuentra en la política, la economía y hasta el propio Estado (cf. Spe salvi, 20-21 ), como si fueran entes animados. Este pragmatismo excluye a la persona como centro su postura.

Que quede claro que con esta posición no se pretende denigrar a la política, sino ponerla en el ámbito de su competencia; a saber, en su justo lugar desde el cual puede contribuir a la consecución del bien común por ello es “una de las formas más altas de la caridad” (SS Francisco). Esta última idea ya había sido anunciada por el filósofo tomista, Jacques Maritain en el ensayo titulado Humanismo cristiano: “lo único capaz de dirigir la obra de regeneración social es un ideal político de justicia y de fraternidad cívica que, si bien requiere fuerza política y elementos técnicos, ha de estar inspirado por el amor”.

Ya se han mencionado cuatro de las cinco ideologías enunciadas, ahora toca la última de ellas, el humanismo antropocéntrico. A lo largo de la historia el hombre ha pretendido usurpar el lugar Dios (cf. Gn 3, 5) y las consecuencias han sido devastadoras. Cuando el hombre ha intentado sustraerse de Dios se ha perdido a sí mismo y con ello pierde también su centralidad en la Creación; es decir, su dignidad (cf. Gn 1, 26). Retomemos a Maritain: “lo que el mundo necesita es un nuevo humanismo, un humanismo “teocéntrico o inte­gral” que considere al hombre en toda su grandeza y en toda su debilidad natu­rales, en la totalidad de su ser herido y habitado por Dios, en toda la realidad de su naturaleza, de su pecado y de su santidad” y con ello situar al mismo hombre en su justo lugar.

La propuesta es rehabilitar todos los campos sociales viviendo en el mundo el Evangelio, el pensamiento social cristiano y la Doctrina Social de la Iglesia, que tienen presente la centralidad de la dignidad de la persona humana en todos los ámbitos sociales. Mencionemos nuevamente a uno de los principales exponentes del humanismo cristiano, Maritain: “La obra principal de este… humanismo consistiría en hacer que el fermento y la inspiración del Evangelio penetraran en las estructuras seculares de la vida; sería, pues, una obra de santificación del orden temporal”, lo cual provocaría que todos los movimientos que se afanan por una vida más humana, promuevan el desarrollo integral de la persona.